Perdón, Casimero. (Video completo del escándalo)

El veterano Luis "Mosquito" Lazarte (49-11-2, 18 KOs) es conocido por haberse consagrado campeón mundial de los minimoscas a una alta edad, luego de una infinidad de chances desperdiciadas (5 en total). Pero también se lo conoce por su falta de profesionalismo arriba del cuadrilátero, sitio en el que comete una alta gama de infracciones, muchas de ellas merecedoras de descalificaciones que generalmente no terminan llegando.

Anoche, como de costumbre, el peleador marplatense no hizo la excepción a la regla y peleó a su manera (sucia manera, claro) frente al filipino Johnriel Casimero (21 años, 19 menos que el argentino), quien lo superó a lo largo del combate y terminó castigándolo con amplitud en la décima vuelta, hasta dejarlo fuera de combate. De esa manera el asiático se apoderó del título mundial interino minimosca de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).

Hasta allí, nada fuera de lugar, más allá del pésimo espectáculo boxístico que brindaron estos dos púgiles y la mala actuación del árbitro. Lo repudiable ocurrió luego, minutos después de la consagración de Casimero (16-2, 10 KOs). Primero unas botellas que cayeron sobre el ring del Once Unidos de Mar del Plata, luego las sillas que empezaron a volar desde el ring side y finalmente los inadaptados que se subieron al entarimado a golpear con sus propios puños al nuevo campeón mundial.

Vergüenza. No existe otra palabra que defina el triste episodio vivido anoche. La organización y la seguridad estuvieron ausentes, lo que dio lugar a uno de los peores episodios de la historia del boxeo argentino. Pudo haber sido una tragedia aun peor. Podríamos estar lamentando víctimas fatales.

Gente identificada con el Sindicato de Camioneros argentinos fueron los que invadieron el ring en busca del boxeador visitante. Ellos son los que, poco a poco, fueron cambiándole la cara a ciertos festivales boxísticos llevados a cabo en el país, sintiéndose dueños de cada lugar que visitaban. Ulises Solís, si ir más lejos, denunció amenazas de muerte en su primera pelea frente al mismísimo Lazarte en Mar del Plata, llevada a cabo el año pasado. Semejante antecedente quedó en la nada, como suele suceder.

Habría que empezar a preguntarse si la presencia de estas "barrabravas", algo inusual en el boxeo, le hace bien a este deporte. No es parte del folclore, ni mucho menos, cómo suele ocurrir en otras disciplinas. ¿Y la presencia policial? Un puñado de uniformados no alcanza (quedó demostrado anoche) para frenar el avance de los inadaptados. ¿Acaso no hay forma de identificar a los agresores? Esa será tarea de la justicia. Y de la Federación Argentina de Boxeo (FAB), claro está, que debe tomar medidas severas con el boxeador en cuestión, con el promotor de la velada y estudiar todo lo ocurrido para repartir las sanciones. La FAB tiene en sus manos una posibilidad enorme de reivindicarse de sus prolongadas ausencias cuando de incorrecciones se trata.

Pero Lazarte también es responsable. Lo es por sus gestos y actitud arriba del cuadrilátero, incluso amenazando al árbitro, diciéndole "¿Vos querés salir vivo de acá?", al recibir el descuento de un punto. Estas palabras llevan a un análisis más profundo: ¿Acaso el marplatense sabía lo que ocurriría si no ganaba la pelea?

Los detractores del boxeo deben estar felices, inmersos en su salsa y ansiosos por bombardear al mundo con las imágenes del escándalo mencionado. Pero ellos deberán saber, también, que lo ocurrido anoche es ajeno a esta disciplina, que estas "patotas sindicales" nada tienen que ver con el boxeo y que el verdadero público del pugilismo hoy está viviendo un día de extrema tristeza y análisis.

Amargura. Vergüenza. Tristeza. Son las palabras que hoy el fanático de boxeo argentino no deja de pronunciar. Y perdón. Perdón a Casimero, involuntario actor protagónico de una película que jamás debió filmarse.

Por Santiago Dieser. 

REVIVÍ LA PELEA COMPLETA:



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